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29 abril, 2013
Mia Couto (Mozambique, 1955). Escritor y poeta, es uno de los máximos representantes de la literatura contemporánea africana. Hijo de inmigrantes portugueses, fue periodista y profesor, actualmente es biólogo y “creador de historias” como afirma él mismo. Durante su juventud militó de forma clandestina en el FRELIMO (Frente de Liberación de Mozambique) y participó directamente en la lucha por la independencia de su país. De hecho es uno de los autores del himno nacional de Mozambique. “Siento que mi país es un hijo mío y también un padre, una madre y un hermano”, declara el autor. La literatura de Couto bebe de fuentes tan variadas como la tradición oral de Mozambique, las historias de los antepasados, la sabiduría popular y las historias que se oyen en las calles. Con más de veinte libros publicados y traducidos a varios idiomas, su obra traspasa fronteras y numerosos premios y distinciones dan cuenta de su reconocimiento internacional. Su novela Tierra sonámbula está clasificada entre las diez mejores obras de la literatura africana del siglo XX y la obra Jesusalén fue considerada como uno de los 20 libros de ficción más importantes de la Rentrée literaria francesa. Las novelas de este magnífico escritor son pura poesía que navegan entre las historias bellas, crueles, feroces y conmovedoras.
Afribuku ha tenido la oportunidad de conversar con Mia Couto durante su visita a la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBO), en Colombia. Este evento es uno de los más importantes de América Latina a nivel literario. Durante esta edición han desfilado por sus instalaciones grandes figuras como el francés Jean-Marie Gustave Le Clézio (Premio Nobel de Literatura en 2008), el holandés Cees Nooteboom, el alemán Wulf Dorn o los españoles Juan José Millán y Fernando Savater. Mia Couto es el único mozambiqueño en asistir a esta edición de FILBO 2013.
¿Es la primera vez que viene a Colombia? ¿Cuál es su impresión hasta ahora?
Sí, es la primera vez en este país y mi impresión de Colombia es parecida a estar como en casa. Hay muchas cosas de aquí que son similares a mi propio país: la disponibilidad de las personas, la gente es abierta y las historias se respiran tanto en la calle como en las propias casas. Esa mezcla de vivir historias y vivencias en los espacios públicos como en los privados, hacen que se parezca mucho a Mozambique.
¿Por qué esa sensación de estar “en casa”?
Porque aquí en Colombia escucho historias como en Mozambique y eso me hace sentir como en casa… Aquí podría escribir y crear historias.
¿A qué atribuye el éxito o fracaso de una obra?
El fracaso o éxito de una obra tiene mucho que ver con la calidad de una obra, o al menos debería ser así. Desafortunadamente no siempre es así, también influyen cuestiones mercantiles. Hay obras que son muy buenas y nunca llegarán a ser publicadas porque no corresponden a los criterios de venta o marketing. Y también hay obras que están en pequeñas editoriales y que no tienen capacidad para competir con las grandes editoriales. Es complejo valorar el éxito o el fracaso de una obra en general.
Conocemos sus éxitos como escritor y poeta, ¿pero es usted de los que reconoce los fracasos?
Claro que sí, de hecho mi primera publicación fue un libro de poesía escrito en 1985, diez años después de la Independencia en 1975, y fue muy mal recibido por todo el mundo. Fue un fracaso. En aquella época la afirmación de “individualidad, individuo” era mal recibida. Todo era “nosotros, colectividad y grupo”. Mi libro hablaba del individuo y no del colectivo.
¿Cómo es Mia Couto como literato? ¿Es más escritor o más poeta?
Soy un creador de historias. No me llevo bien con el rol de escritor.
¿Por qué?
Porque a mí me gusta ser biólogo y de hecho trabajo de ello. En mis ratos libres soy escritor, no quiero depender solo de la literatura.
¿Pero usted soñó alguna vez con ser escritor?
Nunca pensé en ser escritor. Te tengo que confesar que yo nunca imaginé que llegaría donde estoy ahora. Tengo colegas que desde pequeños siempre tuvieron claro qué querían conseguir. Yo llegué de forma natural, simplemente sucedió. Una parte de mí no tuvo dificultad en empezar a escribir. Donde yo tenía dificultad era en otras cosas como saber vivir.
¿Fue difícil comenzar?
Sí fue difícil. Fue complicado y tuve que hacer un trabajo interior para encontrar un estilo propio, no fue algo que nació conmigo. Pero la idea de que podría ser feliz inventando y creando un mundo propio, creo que siempre ha estado conmigo desde que tengo uso de razón.
Foto de Daniel Andrade.
¿Cómo es ser escritor en Mozambique?
Nosotros tenemos las mismas complicaciones que el resto del mundo. Es muy difícil vivir de escribir y yo personalmente siempre recomiendo a los escritores que siempre tengan otra profesión. Pero en Mozambique ser escritor también es una profesión muy respetada y hay una cierta mitificación sobre lo que es ser escritor.
¿Y cuál cree que es el papel del escritor en una realidad social como la mozambiqueña?
Pues tengo dudas sobre si realmente existe un papel importante. Cuando la guerra civil terminó en Mozambique sentí que había un gran deseo de olvidar. La gente no quería tener recuerdos de lo que pasó, simplemente los borraron de sus cabezas. Creo que el papel que ahora puede tener y tiene el escritor en Mozambique es el de volver a aquel periodo de nuestra propia historia. La literatura por supuesto puede apuntar a culpables y a no culpables, pero hoy por hoy la intención es ayudar a reconciliarse con esa historia. La literatura no tiene intenciones de revivir demonios sino de ayudar a construir una identidad nacional, algunos fundamentos, mitos y valores.
¿Mia Couto vive de lo que publica?
Yo personalmente sí, pero no quiero. No quiero vivir de escribir. Quiero mantener en un territorio protegido esta área de mi vida, alejada de lo cotidiano y de las cuestiones financieras. Además tengo una profesión como biólogo que me garantiza una estabilidad. Soy un biólogo que realiza estudios de impacto ambiental y que en sus ratos libres escribe (risas).
¿Para quién escribe? ¿Hay algún tipo de público especial?
Yo no escribo para nadie en concreto. Quedaría bonito decir que escribo para los pobres o para el pueblo mozambiqueño pero no es verdad. Yo escribo para mis propios fantasmas.
¿Cuál es el secreto entonces del éxito de tus obras?
Bueno, no creo que sea el más indicado para responder a esta pregunta. Pero algunas personas que han hablado conmigo me han dicho que cuando han leído alguna de mis obras han sentido que ese libro estaba escrito específicamente para ellos. Pero no lo sé, no sé qué decir. El éxito no se puede medir por el número de copias que se venden o por los premios que se ganan. Para mí el criterio tiene que ser algo más íntimo. Que yo ‘toque’ a una persona con uno de mis libros y que consiga hablar íntimamente con esa persona.
¿Cómo hacen los escritores en Mozambique para promover su trabajo?
Bueno, todavía es poco lo que se hace. En Mozambique hacemos un lanzamiento como en cualquier parte del mundo, que es como se llega al público. Pero también, junto con otros colegas escritores, solemos visitar escuelas para crear una semilla de futuros lectores. Mi país es muy joven todavía. El porcentaje de analfabetismo es muy alto y queremos fomentar la educación y la lectura en esas futuras generaciones.
¿Considera que las escritoras en Mozambique están ya en pie de igualdad con los escritores?
Las escritoras mozambiqueñas han tenido pocos espacios para tener su voz propia. Paulina Chizane o Lília Momplé… hay muy pocas y simplemente son el reflejo de la situación de la mujer en la realidad de la sociedad mozambiqueña. Mozambique es un país que desde el punto de vista social tiene un número alto de dirigentes mujeres, pero han tenido dificultades serias para obtener su espacio. Por ejemplo las escritoras antes mencionadas, tuvieron problemas dentro de sus propias familias, la sociedad en general y hasta con algunos escritores. Esta gente tenía simplemente el problema de aceptar que estas mujeres escribieran.
Según el antropólogo mozambiqueño José Luís Cabaço, “Mozambique, más que en transformación, la nación todavía está en formación”. ¿Cuál es el desafío más inmediato de este país en la construcción de su identidad?
Creo que nuestro mayor desafío es principalmente el de ser capaces de tener estabilidad y paz. El país necesita su propio tiempo para crear su propia base de riqueza y para que escojamos un camino propio. La nación mozambiqueña todavía está para mí en plena transformación y en formación.
La población en Mozambique se identifica inmediatamente con ciertos iconos de la cultura como Malangatana, José Craveirinha o Fany Mpfumo. ¿Por qué el arte tiene tanta importancia en la identidad nacional mozambiqueña?
Cualquier pueblo necesita de esos iconos culturales, necesita héroes, fundadores. Lo que ocurre en Mozambique es algo difícil porque muchos de estos iconos o están vivos o han fallecido recientemente como el caso de Malangatana. Por lo tanto cuando creas héroes de alguna manera tienes que falsificar sus historias y crear personajes. Robar el lado humano que tienen y crear el lado mítico. Es una tarea difícil.
Foto obra de Malangatana.
¿Se considera un representante de la literatura mozambiqueña?
No me considero ser representante de la literatura mozambiqueña. No creo que nadie sea representante de una literatura en concreto. Creo que cada escritor es su propio representante. En mi caso soy representante de mí mismo y además malo (risas), porque de hecho hasta cometo algunos errores creativos cuando escribo poesía. Y cuando escribo para niños soy otra persona. Pero Mozambique siempre está presente en mis libros y al fin y al cabo estoy encadenado a esos libros.
¿Se ha sentido alguna vez rechazado dentro de Mozambique por ser un africano de origen europeo?
No, nunca sentí ningún tipo de rechazo.
Pero la colonización portuguesa en Mozambique fue bastante segregacionista. El país consiguió más o menos resolver sus diferencias raciales creadas durante esa época, ¿fue difícil formar parte del FRELIMO en el periodo de la descolonización siendo de origen portugués?
Mi padre fue un exiliado portugués de la dictadura de Salazar en Portugal. Desde pequeño siempre nos enseñó a mis hermanos y a mí a identificar la segregación racial. Cuando crecí, yo ya sabía que en la universidad me iba a dedicar a la política. Con 17 años decidí unirme a una sección de militantes del FRELIMO y cuando llegué era el único joven, blanco y poeta. Cuando empezó la sesión, cada uno tenía que contar su vida, lo que se llamaba “La narración del sufrimiento”. Cuando escuché las narraciones de los demás hombres me di cuenta de que yo no tenia sufrimientos y me sentí muy mal. Entonces uno de los organizadores del partido se acercó a mí y me dijo: “Nosotros necesitamos poesía. La poesía ayuda a formar una nación”.
¿En qué sitio se siente cómodo para escribir?
Cualquier lugar es bueno para crear. Necesito estar tranquilo y abierto a escucharme a mí mismo y a las ideas que me llegan a la cabeza.
¿Existe la inspiración?
Por supuesto que existe, en el sentido de que es algo que está dentro de nosotros, no como algo religioso. Es ese momento de intimidad con nosotros mismos, esas voces de la infancia, esos momentos felices, esa voz interior. La inspiración es esa influencia cuando conectas contigo mismo.
¿Qué le parece la literatura colombiana?
Conozco poco de la literatura colombiana si te soy sincero, pero por supuesto que he leído a García Márquez o a Gabo, como se le conoce aquí.
¿Existe algún tipo de influencia del realismo mágico de García Márquez en el realismo mágico de Mia Couto?
Sin duda. Además pienso que todos los escritores africanos tenemos una deuda con lo que se conoce como realismo mágico latinoamericano porque creo que de alguna forma nos alentó y nos autorizó a romper con el modelo europeo. Fue importante y toda una referencia.
Y en un contexto más literario, ¿dónde domina un estilo más realista o dónde surge el realismo mágico que caracteriza la obra de Mia Couto?
Yo creo que simplemente soy un poeta que cuenta historias. También en ese sentido mis fuentes han sido fundamentalmente latinoamericanas. Muchas de las fuentes del lenguaje que utilizo vienen de la poesía. Y además, África está llena de Macondos, de pueblos así, como el de Gabo.
En muchas de sus obras aparecen personajes de diferentes orígenes que representan el pasado y el presente de Mozambique. ¿Piensa que en cierta forma hace justicia a la diversidad étnica del país?
Claro que sí. Cuando pienso en un personaje siempre parto de un personaje negro, ya que el noventa por ciento de la población de Mozambique es negra.
Con un boom de la industria extractiva que parece crecer sin parar, ¿cuál es el papel de la literatura en un contexto tan complicado como el de la actualidad mozambiqueña?
Yo creo que el papel de la literatura es reivindicativo a la hora de cuestionar cómo se crea la riqueza y, sobre todo, a qué precio. La literatura en Mozambique reivindica que un país también puede ser construido a través de la creación de otro tipo de riqueza, que es la cultural. La riqueza cultural es tan importante como la económica.
¿Cree que América Latina conoce Mozambique o África?
No lo creo. El conocimiento es mínimo, casi nulo. En mi caso, no conozco mucho de América Latina y es mejor no conocer que pensar que ya se conoce. Esa idea de que ya se conoce es errónea y le pasa a mucha gente con el continente africano o con Mozambique. Tienen ideas mitificadas, idealizadas, románticas y poco realistas de lo que es de verdad un país o un continente.
¿Cree que existe una identidad literaria africana?
Probablemente sí por algunas referencias y contextos históricos que existen. Pero pienso que las literaturas no pueden ser clasificadas y encasilladas. África es un conjunto de 54 países, una amalgama cultural con muchas raíces y muchas influencias.
¿Cuál es su siguiente proyecto?
Estoy escribiendo una historia inspirada en un personaje histórico de Mozambique que fue preparado para ser un héroe nacional. Pero no creo que la termine este año. Seguramente la pueda publicar para principios de 2014.
¿Considera que ya ha escrito su obra maestra?
Todavía no.
¿Cuál es el valor del libro para usted?
Un libro es un lugar que guarda sueños y es una invitación para soñar. Una forma de viajar a otros lugares y conocer otros mundos, pero también considero que hay una cierta mitificación y una sobrevaloración del libro, como si fuera la única puerta de la sabiduría. Conozco a personas muy sabias y que nunca han abierto un libro.
Foto de Sandra Quiroz/afribuku.*Muito obrigada Mia Couto, como se diz em Moçambique: estamos juntos!
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